LA FORTALEZA
Un castillo, otrora en ruinas y ahora estrenando una renovada imagen, rodeado de exuberante vegetación y un paisaje único sobre el cual Emilia Pardo Bazán, que se consideraba descubridora de sus antiguas ruinas, dijo: “Sobroso es un castillo de guerra, el torreón de defensa, que domina la comarca y otea, desde sus ventanas, dilatado trecho de país. En su doble reducto, al calor del sol, crecen en denso matorral simbólicos laureles. Desde las ventanas, colgadas por falta de piso, se domina el más majestuoso paisaje, las lejanías de montaña, que ya son Portugal”.
La imagen que presenta hoy el castillo es bien distinta, gracias a las diferentes intervenciones que ha sufrido desde el siglo XX. La última de ellas, emprendida por la Deputación de Pontevedra, ha permitido al castillo lucir un aspecto similar al que tuvo cuando fue llamado “a chave forte do Reino de Galicia”. Para el viajero que atraviese la carretera de Ourense a Vigo, a tan solo 7 km de Ponteareas, el castillo se alzará majestuoso sobre su promontorio, recordando los violentos tiempos en los que fortalezas como esta salpicaban el paisaje, escenarios de la lucha señorial por el control del territorio.
El castillo de Sobroso ocupa un destacado lugar sobre un promontorio rocoso a media ladera, orientada al Este, del monte Landín. Se erige en un amplio anfiteatro en semicírculo centrado en el propio castillo y con un radio entre 8 y 12 km.
Existen muy pocos restos conservados de la primera fortificación románica. Posiblemente se tratara de una construcción sencilla formada por una torre principal rodeada de una muralla y un foso defensivo. Esta fortaleza, destruida en la Gran Guerra Irmandiña, fue reconstruida posteriormente a finales del siglo XV. Conservó la forma ovalada e irregular de la cerca exterior. La muralla fue reforzada con una torreta cuadrada en el ángulo noroeste y se hizo ganar espacio en la esquina sureste haciendo salir la muralla, flanqueando con dos redientes los lienzos sur y este, donde ahora se encuentran las entradas.
La fortaleza sufrió un importante declive y no volvería a alzarse hasta las intervenciones de Alejo Carrera primero y el Ayuntamiento de Ponteareas después (1981).
Actualmente está compuesto por una cerca exterior, el cuerpo residencial y la torre del homenaje. Tres estructuras escalonadas que le dan un aspecto imponente.
El muro exterior tiene un espesor de entre uno y dos metros y su perímetro no supera los 140 metros. El poco espacio entre el muro y el cuerpo residencial no permite mantener una buena guarnición con caballería. El lado norte conserva el trazado curvo original pero el resto del perímetro tiene forma poligonal, con redientes y una torreta cuadrada para flanquear o batir los lienzos de los muros. Tiene cuatro troneras por los lados oeste y sur, donde el acceso es más sencillo. Aunque el foso es de poca magnitud, el estrecho y largo camino que hay que recorrer para acceder a la muralla servía de eficiente protección.
El cuerpo residencial del castillo posee unos muros de casi dos metros de espesor y un trazado poligonal pero irregular, que se adapta a los peñascos presentes en su entorno. De las dos plantas que posee, la baja tiene una naturaleza defensiva con nueve troneras en el exterior. En ella se guarnicionaban los defensores. El piso superior dispone de ventanales engargolados al exterior.
Los torreones cilíndricos que flanquean la puerta de entrada son macizos en su base para fortalecerlos frente al minado de los enemigos.
La torre del homenaje, que se alza en el lado oeste, tiene 12 metros de largo y 7 de ancho. De planta rectangular, no sobrepasa los 13 metros. Su puerta de entrada, al sur, tiene un arco de medio punto sobre el cual se sitúan dos escudos: el de los Sarmiento y otro indescifrable. En lo alto de la misma se sitúan cuatro garitas circulares, puestos de vigilancia (posiblemente cubiertos con un tejadillo cónico). Asimismo posee un parapeto y un matacán, dos elementos defensivos más que sumar a esta robusta construcción. La cara noroeste, la más vulnerable, posee varias saeteras. En los sillares del interior de la torre aparecen múltiples signos lapidarios como tenazas, tijeras, etc. Algunos son idénticos a los que aparecen en el castillo de Soutomaior.