UN CASTILLO DE CUENTO. MITOS Y LEYENDAS

Varias leyendas rodean al misterioso Castillo de Sobroso, conservadas por el imaginario popular de la comarca, hermosos ejemplos del rico patrimonio inmaterial que a él está asociado.

ALMANZOR Y EL CASTILLO

Almanzor lanza en el año 997 una expedición en Galicia, con objetivo de llegar a Compostela. Se dice que llegó a derruir buena parte de la entonces basílica y llevó como trofeo de guerra sus campanas hasta Córdoba, a la espalda de prisioneros cristianos.

La leyenda cuenta que en esa expedición Almanzor llegó a tierras del Toroño, cerca del castillo de Sobroso y decidió enviar un destacamento del ejército capitaneado por Abd-El Krim con la misión de inspeccionar el castillo y ver la manera de atacarlo, mientras el resto de soldados descansaban no muy lejos.

Pero era tal la fama que había alcanzado Almanzor en aquel viaje que tanto los vecinos como los dueños del castillo habían huido y Abd-El Krim pudo ocupar el castillo sin resistencia. Una vez instalado mandó aviso a Almanzor y vació las despensas, preparando una gran fiesta para recibir a su líder.

Había por la zona un mendigo ciego que de vez en cuando subía al castillo para entretener a los señores y que desconocía que Sobroso estaba en manos de los sarracenos. Ascendía entonces por la ladera del monte Landín, anunciándose con el ruido de su zanfona y entonando alguna “vella cantiga”. Abd-El Krim escuchó aquel lamento dulce y pausado y se sorprendió.

La aparente indiferencia del ciego en su pausado caminar le hizo hervir la sangre. Considerando la actitud del mendigo como un insulto y su música una burla, le cortó las manos con su cimitarra y luego le degolló, tirando el cuerpo para seguir con los preparativos de la fiesta.

El caudillo llegó a la noche a Sobroso y comenzó el festín. Pero en medio de las festividades el viento comenzó a arrastrar un lamento dulce y pausado entre las almenas que hizo enmudecer a la muchedumbre. Almanzor vio a sus soldados tan afectados que enseguida mandó hacer parar ese sonido, pero el ruido de la zanfona seguía retumbando en el aire mientras los soldados callaban.

Abd-El Krim, de rodillas, explicó lo que había sucedido esa tarde: que había aparecido un cristiano tocando un instrumento, que él mismo le cortara las manos y el pescuezo y que habían tirado su cadáver al pie de las murallas. El jefe del ejército ordenó que se buscase al nuevo trovador y que se repitiera el castigo, pero los soldados no pudieron encontrar a nadie.

Almanzor pidió ver el cuerpo del mendigo ciego y, acompañado de un grupo de soldados, fue hasta el lugar en el que fuera arrojado. Al llegar, el sonido de la zanfona se hizo mucho más fuerte y el lamento más triste. El propio Almanzor pudo ver el instrumento flotar mágicamente a unos pocos metros del cuerpo, siendo tocado por las manos cortadas del ciego.

Aún cuentan en el pueblo que cuando Galicia está a punto de sufrir alguna tragedia se puede escuchar por el aire la triste melodía del ciego y su zanfona mientras toca su canción.

LA BODA REAL

Se cuenta que el Castillo de Sobroso pudo ser el lugar escogido para los esponsales de la infanta Isabel de Aragón, hija del rey Pedro III con el famoso Diniz de Portugal, el rey trovador.

En 1282 la que sería conocida como “A Rainha Santa” estaba a punto de casar con Don Diniz de Portugal. Pero al estar tanto Aragón como el reino luso en clara disputa con la Santa Sede estos esponsales debían ser llevados a cabo al margen de Roma y en una plaza segura.

Los aragoneses habían enfurecido a Roma al reclamar la corona de Sicilia que había ofrecido el Papa Inocencio IV a Carlos de Anjou. Por su parte, el rey portugués se había ganado la enemistad del clero al reprimir supuestas intromisiones de la Iglesia en su reino.

Fue en este contexto donde, según la leyenda, se dio a bien elegir el Castillo de Sobroso como lugar neutral idóneo para la celebración de los esponsales. Se dice que el emplazamiento exacto sería la capilla existente en el lugar de Troncoso en santa Baia de Mondariz, donde hoy es la villa de Mondariz-Balneario.

Ahí, la pareja real acompañada de un séquito de abades, infantes, hidalgos y soldados de ambos países celebrarían el lazo de unión.

De la “Rainha Santa”, como conocen los portugueses a Santa Isabel, existen también otros mitos, como el que nos dice que cuando el Rey trovador Don Diniz la reprochaba por su generosidad, diciéndole que con tanta limosna arruinaba los bienes de la corona, aquellas limosnas se transformaban en rosas, con lo que cesaban los reproches de su marido. De ahí que los escultores de su venerada imagen la presenten con un manojo de rosas entre sus manos. Así se puede contemplar actualmente en los salones de la fortaleza sobroseña.

También se dice que la reina hizo varios viajes en las tierras del Sobroso haciendo en todos ellos un alto en su peregrinaje, visitando el Castillo; dos veces lo hizo al sepulcro de Santiago en Compostela con motivo del Jubileo, donando valiosos regalos que todavía pueden ser admirados en la sala del tesoro de la catedral y otro al santuario de Nuestra Señora de la Franqueira.